lunes, diciembre 05, 2005

la delicia mata-crudas

Todos la hemos sufrido (o casi todos). La cruda (hangover, resaca, búfalo), es uno de los castigos divinos por propasarnos en algo que debería ser solamente un disfrute. Y como sabemos, la Divinidad es muy cruel a la hora de desquitarse. Los dolores de cabeza, la boca seca, el estómago revuelto, la sensibilidad a ruidos y luces, son solo algunas de las penitencias que tenemos que atravesar. Algunos afortunados no les afecta tanto como a otros, pero al dia siguiente se amerita un remedio. Yo conozco por experiencia propia algunos de éstos. Como he andado de pata de perro por varios lados de este mi México, puedo decirles que en el Distrito Federal, al igual que en Veracruz y otros lugares, se acostumbra consumir la famosa pancita, menudo o mondongo (es el estomago de la res, bien lavado y desinfectado, cocido con especias y chile guajillo); en otros lugares consumen el consome de pollo bien enchiloso (en algunas partes de Guerrero, entre otros), con cervezas o el famoso clericot (o sangría). Pero aquí en Guadalajara, la manera tradicional de curarse la Cruda es por medio de: LAS TORTAS AHOGADAS. Este platillo es 100% tapatio, desde su historia, ingredientes, hasta su nombre. Hay quien lo llama “lonche bañado”, pero su nombre casi cuenta con denominación de origen, como el tequila o el cognac. Cuenta la leyenda que fueron descubiertas por casualidad, cuando a Don Teofilito se le olvidaron los birotes (pan blanco de buen tamaño) por varios dias en un cajón. Un dia, de regreso de la siembra y al buscar que comer se acordó de los dichosos birotes, y cual fue su sorpresa al encontrarlos bien duros (logico!). Como estaba que se trozaba de hambre, se preparó una salsa con agua y jitomate (tomate rojo; lo raro es que estos no estaban echados a perder…): la calentó, y cuando estaba en su punto, sumergió los birotes en la salsa. Una vez remojados, los partió por la mitad y les puso carnitas de cerdo (chancho; no como el Razor, mas bien menos dura…) y una salsa picosa de chile de arbol que por ai encontró. Ya se imaginarán que esto le supo a gloria. Al dia siguiente por la mañana llego su compadre, con una resaca que para qué les cuento; entonces, acordandose del banquete que se habia dado la tarde anterior, le preparo una torta igual, pero la ahogó con salsa picante y luego la bañó con salsa de tomate (todo esto le había sobrado del día anterior, porque don Teo era previsor…). Unos minutos después, el compadre estaba curado y tan agradecido, que le puso un changarrito (pequeño local), para curarle la cruda a todos sus conocidos con este magico alimento. Desde entonces, echarse al plato unas tortas ahogadas es la mejor y mas tradicional forma de apaciguar los demonios de la cruda, gracias a las propiedades del las salsas y a las consistencia de los birotes. Asi que, cuando se animen a venir por acá, los esperamos para que disfruten esta sencilla pero deliciosa receta. Provecho.